Relato 6- La soledad


La Soledad
Cuento


                                                                                                        Mirta Ventura
                                                                                                       Diciembre 2012



Se decía para sí, que es frecuente a cierta edad hacer balances. Aunque, no conscientemente, muchas veces, pensó que uno se encuentra recordando distintos momentos, disímiles pasos que se dieron que implicaron grandes saltos en la vida o que, por el contrario, no dejaron marca.

Sentía que de cada una de esas calles caminadas le quedaron adheridos recuerdos, situaciones y personas. Reflexivamente, pensaba, que algunas parecen insignificantes, pero que, sin embargo, por algo indescifrable, pasaron a formar parte de ese conglomerado firme, que constituye “lo vivido”.

La infancia, los padres, los hermanos, el barrio, la escuela, algunos maestros, algunos compañeros, la secundaria, la universidad, los trabajos, los novios… hijos… nietos… los reconocimientos, los logros, las pérdidas… el amor… las desdichas, la represión, la dictadura…Todo formaba parte. Se le mezclaba, se atemorizaba, se enorgullecía, o le hacía sentir satisfecha por lo vivido.

Algunas cosas, quizás, desaparecieron, pero eso no le importaba. Se preguntaba si después de todo, uno es lo que hizo o lo que recuerda que hizo. También, se es lo que los demás han visto en uno, y eso cuenta (para algunos) a la hora del balance.

Le resultaba difícil, después de haber compartido proyectos, planes de trabajo, formación de familia, encontrarse rememorando propósitos pero no planeándolos. Tal vez, los intentos que aún tenía, al no ser percibidos por los demás, dejaban de ser vividos como verdaderos deseos. Discurría acerca de que si no habían quienes escucharan lo que sus oídos oían, voces que le contestaran, que le discutieran, que planearan con ella, que le propusieran su participación, era lo mismo a que no la vieran. Se asumía invisibilizada.

No formar parte. No comunicar con nadie. Esto es la soledad, se decía.

¡Mami! ¡Vieja! ¡Chiquita, querida!… ¡Tía!… ¡Bobe! - Ya se colgó… ya está Ma-tilda, tildada la vieja. -Estamos todos aquí y nos ignora…

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