Descolonizando
se hizo mucho, falta mucho…
Mirta Ventura
Mayo
2012
De marzo a mayo
En lo que
va de este año, la política está trabajando, a través del buen funcionamiento
del Congreso, con notable eficiencia. Se sancionaron leyes que por su alcance
son de gran importancia. Estas son las leyes de reforma de la Carta Orgánica
del Banco Central y la de expropiación de Repsol que, junto al reclamo por
Malvinas, conmueven notoriamente a la historia actual y a la por venir.
También se
promulgaron la ley de Identidad de Género y la de Muerte Digna. Éstas, ahora en
el ámbito de los derechos ciudadanos, significan un accionar político de
avanzada. Tanto frente a la sociedad donde se producen, cuanto en confrontación
con el avance del mundo en la materia.
La
historia se recicla
Como siempre, desde el principio de los tiempos, los países
latinoamericanos, han estado sujetos a las conveniencias y designios de los
países del Primer Mundo. Éstos han elegido dónde se desarrolla cada industria, se cultivan determinados
productos, se extienden las vías ferroviarias y a quiénes se les permite desarrollar determinada
tecnología. Nosotros siempre tuvimos a España e Inglaterra como nuestros
colonizadores. Y ésa seguiría siendo la situación
si no fuera por la firme acción de nuestras autoridades y de la estratégica
unión con los demás países de la región. Es la disputa actual revertir esta
histórica posición. Ahora la refutación y la no
aceptación es marca de época.
Entre Argentina y España la relación está siempre pintada
por su origen colonizador, pero lo que siempre se resalta son los lazos
culturales, el idioma común, la patria de muchos abuelos. No obstante, cuando
de capitales se trata, el Estado español, defiende a sus multinacionales y
pretende seguir manejando al Estado argentino. Resguarda a la empresa que
despojó a la Argentina
de sus recursos naturales para la producción de energía. Las ganancias fueron
giradas a su casa matriz sin reinvertir para seguir explorando.
La controversia con Inglaterra, renovada por el reclamo
argentino por Malvinas, tiene una valor significativo en este momento porque
deviene reclamo de Latinoamérica. Los países de la América del Sur en su
conjunto se hacen conscientes de sus derechos sobre sus recursos naturales,
motivo de preocupación de los países del primer mundo. No solamente la
necesidad de rastrear nuevos yacimientos, sino el modo de explotación y en qué
manos se la realiza están en cuestión. Y esto
es lo que, propiciamente, ocurre en nuestro suelo.
Oposición
Objetores encubren, muchas veces, con planteos ecologistas,
su deseo de que no se cambie el orden de las cosas. Persiguen resguardar el
mundo para su beneficio y atribuyen al posible desarrollo de los
subdesarrollados la contaminación de la Tierra. Los
vemos con el mismo argumento cuando se trata de Minería. Molesta que se abran
posibilidades al desarrollo autónomo.
También tenemos a destacados intelectuales que con mentes
amplias y democráticas se pronuncian a favor de la autodeterminación de los
habitantes de Malvinas. Sobre nuestro desarrollo en Minería, se oponen por
considerarlo “no sustentable”. No creen que podamos desarrollarnos cuidando el
medio ambiente, como se explica cada vez que del tema se habla. Están más
preocupados en la contaminación ambiental (si la producen los nativos), que en
el hambre real de mucha gente. El hambre parece ser sustentable. Se cubren con
solapados argumentos, que siempre están del lado de las potencias.
Hay otra oposición que termina
por oponerse a cosas que formaron parte de sus banderas porque la historia no
se desenvuelve como ellos habían previsto.
Cuando la
presidente dijo al hablar de la “profundización del modelo”, que venía ahora la
“sintonía fina”, algunos interpretaron que quería decir que venía una época de privación,
con menos gasto estatal (ajuste que le dicen) por la crisis del primer mundo, Las
transformaciones que se venían sucediendo, dejarían de producirse o, por lo menos,
no serían tan frecuentes. Contrariamente, los saltos más significativos se han
dado en estos tres últimos meses: Modificación Carta Orgánica del Banco
Central, restablecimiento del reclamo por la Soberanía de Malvinas,
expropiación de Repsol y exigencias a todas las empresas petroleras
extranjeras.
Democracia y soberanía
La defensa de la soberanía nacional que ejecuta el Gobierno se
va forjando en su recorrido. Incluye el reclamo por Malvinas, la
independización del FMI, la participación creativa en la formación y
funcionamiento de la Unasur ,
y la recuperación de YPF.
Este
Estado que se apropia de las riquezas, es el mismo que asume la soberanía y la
consuma. El petróleo es base para la industrialización y el desarrollo
autónomo.
Anteriormente, las provincias que integran la Organización Federal
de Estados Mineros (Ofemi) firmaron el Acuerdo Federal, para estimular la instauración
de empresas estatales o mixtas, que plantea establecer
un fondo para el desarrollo de infraestructura, con el propósito de
asegurar la igualdad de condiciones para
todas las provincias que participan de los proyectos extractivos. En el acuerdo
se suscribe una cláusula por la que las provincias se hacen responsables de cuidar el medio ambiente para
que sea sustentable para el desarrollo humano. Pero queda aclarado que para desarrollarse
hay que hacer valer las riquezas bajo el suelo, como afirmó la presidente Cristina
Fernández, cuando inauguró la explotación subterránea de Cerro Vanguardia en
Río Negro. Usó en la ocasión palabras de Rafael Correa, presidente de Ecuador:
“No está bien que la gente se muera de hambre en la superficie cuando uno está
parado sobre grandes riquezas”.
Malvinas, articula soberanía y democracia. La Recuperación de YPF
es el resultado del fortalecimiento de la política emancipadora, para la cual
se necesitó construir una democracia fuerte con gran adhesión social.
El camino
Para llegar a este estadio, hubo que combatir al modelo
neoliberal. Los primeros pasos se dieron en materia de Derechos humanos y en la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Estos fueron pasos ineludibles para cambiar las reglas de crecimiento económico,
llevándolas al concepto de crecimiento económico con equidad social. Sin estos
cambios en el tejido social y cultural de nuestra sociedad, no se podrían
encarar el enfrentamiento a las corporaciones, ni las medidas de soberanía
tomadas.
El rescate del control nacional de los hidrocarburos no es,
caprichosamente, una decisión técnica que podría haberse tomado previamente o
posteriormente, según el ánimo del gobierno, sin haber, precedentemente, creado
el contexto para que un modelo de desarrollo con equidad social,
con la afirmación de los valores
políticos y culturales necesarios, hayan permitido una correlación de fuerzas
políticas favorables. Recobrar el control estatal de una empresa histórica como
YPF es consecuencia del transcurso
político, cultural y económico de los últimos años.
Colonialismo
intelectual
La lucha más difícil, es la de combatir el colonialismo
intelectual de afuera y el de adentro. Muchas veces, este colonialismo, no se
presenta de frente, lo hace solapado en diferentes formas. El ambientalismo y
el ecologismo a ultranza suelen usarse como pantalla para seguir alimentando el
subdesarrollo. Reclamar por Malvinas, contribuye, precisamente, a poner como
prioridad la edificación de nuevos conceptos sobre soberanía. Se va hacia la
sustitución de importaciones, porque las mentes emancipadas afrontan producir
aquello que hacían creer que solamente podían hacer los colonizadores. Malvinas
es ahora política de Estado.
Es de destacar la acción de
nuestros legisladores en el Congreso, que en gran mayoría adhirieron a la ley
de recuperación de YPF. No solamente los legisladores oficialistas lo hicieron,
sino que confluyeron en este voto histórico la gran generalidad de los
legisladores de ambas cámaras. Del mismo modo lo hicieron al votar las leyes de
Identidad de Género y la de Muerte Digna,
dando una clara muestra de que en estas circunstancias, la política se puso por
delante del comportamiento social.
Pero falta mucho andar para vivir un real cambio de mente.
Basta ver a los que prefieren a los colonizadores blancos de adentro y de
afuera, que eligen a los ingleses sacando nuestros recursos naturales, a la
empresa privada española Repsol y que no cuestionan los derechos humanos en
Guantánamo para comerciar con Estados Unidos, pero sí se permiten hacerlo con
los derechos humanos en Angola, para comerciar con Angola. Se hizo mucho, falta
mucho.
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